Cap. 2. Breve descripción del mercado de la electricidad en España

### Esta es una muestra del capítulo 2 de la Guía para ahorrar en la factura de la luz —en España (1ª edición) ###

Un mercado es un lugar donde se intercambian cosas. El mundo está lleno de gente que tiene cosas que otros desean (puede ser un coche nuevo, de segunda mano, una barra de pan o incluso nosotros mismos cuando usamos Tinder). El que ofrece el bien o servicio y el que lo desea acuden al mercado a publicitar el primero su deseo de vender y el segundo su deseo de comprar. Cuando se cruza uno que desea la cosa con otro que la tiene, establecen un diálogo para negociar unas condiciones de intercambio que se basarán fundamentalmente en el precio, que puede ser dinero, un trueque o incluso un regalo. Y básicamente esto es un mercado: el lugar donde se cruza oferta y demanda.

Hay mercados muy sencillos. Por ejemplo, en mi pueblo hay un mercado semanal de frutas y hortalizas donde los propios agricultores de la zona ofrecen a la gente sus productos. Joaquineto es uno de ellos. Él cría en su huerto las patatas, las lechugas, los tomates, los trae al mercado e intenta venderlos a otra gente que no tiene huerto (o tiempo) para cultivarlos. Este mercado es muy sencillo: hay un solo eslabón en la cadena entre el que produce y el que consume. Algo parecido pasa con algunos mercados de artesanía o trabajos de los freelands: una persona construye algo o hace un trabajo para otra estableciendo un precio por el intercambio del bien o servicio. También quiero hacer notar que este tipo de mercado lo podríamos considerar como un mercado libre, donde, aunque el comprador y el vendedor tengan que cumplir con una serie de leyes generales de fondo, las particularidades del trato las pueden pactar libremente.

Luego hay otros mercados más complicados donde aparecen una serie de intermediarios entre el productor y el consumidor. Sigamos con el ejemplo. Otra opción que nuestro amigo Joaquineto podría considerar, en lugar de llevar las lechugas al mercado semanal y venderlas directamente al amo o ama de casa, podría ser llevarlas a la lonja y vendérselas a un mayorista; el mayorista de la lonja a su vez, agrupando sus lechugas a las de otros tantos similares de la zona, podría venderlas a una cadena de supermercados y la cadena de supermercados ponerlas a disposición del mismo amo o ama de casa que pudo ir en un primer momento a comprar al mercado semanal. Es decir, la misma lechuga pudo llegar al mismo consumidor de forma directa o dando una serie de saltos —y como bien estarás pensando, encareciendo el producto en cada salto porque cada intermediario tendrá que llevarse su parte del precio final.

El mercado de la electricidad es del segundo tipo (e incluso mucho más complicado). Creo que aunque esto sea una guía básica donde tampoco es cuestión de desgranar la estructura del mercado, puede resultar interesante dar unas breves pinceladas que nos aporten más argumentos a la hora de entender por qué la electricidad tiene el precio que tiene y cómo poder ahorrar en nuestra factura. Comencemos este pequeño viaje a la velocidad de luz .

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